martes, 9 de noviembre de 2010

Ni el subdirector daba un peso por sus alumnos...

De alguna manera me acordé del torpe subdirector que hubo un rato en la prepa que estudié. Ok, ok, en la prepa a la que fui...

Iba en 5to semestre, creo que corría el mes de febrero, no estoy seguro del mes pero del año sí, era el 2004. Unas semanas antes habían ido a dicho plantel algunos "cazaTalento" de la universidad donde cursé mi carrera. Según recuerdo, fuimos 4 personas de mi generación a presentar el examen de admisión al que nos invitaron ese día. Fue una compañera que era seriesísima (y que según recuerdo, siempre peleaba el primer o los primeros lugares del cuadro de honor), mi homie elDano, otro vato y yo. Como a los quince días convocaron a reunión de padres de familia en "elCoba" y creo que teníamos que estar también los alumnos; o más bien era de alumnos y debíamos llevar a nuestros padres; algo así. No sé qué madres querían decir (mis padres solían ir solo bajo petición explícita con documento firmado; no es que no les gustara, pero era intrascendente que fueran, las mierdas que decían se las podía decir yo siiiiin pedos, y hasta más divertido; era mejor que se fueran a trabajar en vez de perder su tiempo. Pero bueno, así se mueven esos menesteres cuando uno estudia prepa).

La reunión era en la tarde. Llegamos mis padres y yo a dicha reunión, saludamos gente sin importancia, otra sí importante, otra poco menos, así hasta que me tope alDano y este me dijo que habían hablado a su casa para decir que fuera a recoger los resultados de su examen de admisión (del examen al que nos invitaron los "cazaTalento"); a los pocos minutos llegó la compañera seriesísima y me dijo que también hablaron a su casa; yo me espanté porque a mi casa no habían llamado, o al menos no lo sabía, pensé que quizá hablaron y no estábamos (mis padres trabajaban en la mañana, mi hermano y yo íbamos a la escuela, hasta después de las 1500 ó 1600 ya había alguien en casa para poder contestar). En ese momento nos fuimos elDano y yo a recoger los resultados; nuestros padres se quedaron a escuchar la plática, pobres.

Regresamos como una hora después ya sabiendo nuestros resultados. Creo que ya había terminado la junta formal y solo platicaban. Mi madre (que es muy platicadora, sociable, amiguera, conocida, etc) me dijo que le preguntaron dónde estaba yo (o algo así), el chiste es que dijo que fui a recoger mis resultados del examen de admisión; el subdirector le preguntó de qué escuela, a lo que mi madre respondió que de la que habían ido los "cazaTalento" hacía unas semanas... Ahí el subdirector dijo: "cómo cree que alguno de aquí va a quedar en esa escuela".

Qué bueno que ese wey no es mi papá, ni mi tío, ni mi familiar, ni mi amigo; pero qué lamentable que era el subdirector de una institución educativa.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La plaza maldita...

Aproximadamente a los dos meses de haberme mudado a Mty vandalearon mi coche; aunque supongo que intentaban algo más grave, pues solo lograron quitar el vidrio en forma de aleta que está en la puerta trasera, pero mi dispositivo de seguridad se activó justo a tiempo, para permitir el arrivo del ejército, el servicio secreto y el guardia de la plaza; los malechores, al parecer, desaparecieron a tiempo. En esa pinche plaza hay dos restaurantes, un supermercado de esos de membresía, y su versión sin membresía.

Después de aquella lamentable situación he regresado a la plaza, con la única técnica de ir por un café a uno de esos restaurantes (es infinito) para cachar Internet. Hoy fue uno de esos regresos. Fue incómodo notar que a la entrada acaban de poner "plumas", para cobrar el estacionamiento. Fui primero al supermercado sin membresía para comprar las frutas y la botana de la semana que me es tan necesaria en la oficina, y de ahí me dirigí al Internet. Más incómodo cuando la mesera me dijo que no tenían Internet y yo ya había pedido mi descafeinado, ni pedo. Estuve como una hora (quizá más) acomodando archivos en mi compu y pendejeando (y por cierto, me encontré unos videos divertidísimos).

A la salida de la plaza decidí dirigirme a la cafetería de confianza en búsqueda de Internet, llegué al coche y "lo vi raro", como que caído, e hice lo que casi nunca (darle un rol alrededor y ver qué pex). Oh sorpresa! Ponchada la llanta de atrás del chofer. Lo bueno que mi padre me enseñó bien cómo cambiar llantas; y a pesar de que al gato que tengo le hace falta un aditamento que se me perdió (era para hacer palanca más cómodamente), con un lapicero (que cabe mencionar, apenas hoy en la mañana guardé en la mochila) pude solucionar el desmadre. No sé cuánto tiempo tardé, pero creo que la cambié satisfactoriamente. Y no, no pienso regresar a esa pinche plaza de cagada, además van a cobrar el estacionamiento.

(Dos personas frente a mí en esta cafetería han agarrado su café 4 veces cada uno en los últimos 8 minutos para agitarlo y confirmar que ya están vacíos, qué memoria tan pinche tienen; y se ven jóvenes, como de 20 años).